Este artículo puede ser entendido como un estudio de caso comparativo, para poder analizar cómo los pueblos indígenas han logrado sobrevivir en su relación con la sociedad nacional en Chile y Bolivia. Destacamos algunos elementos que nos sirven para esclarecer sus propios propósitos y de esa manera comprender mejor el desarrollo de las sociedades donde se encuentran. Es decir, es un estudio sobre identidades en un mundo cada vez más interconectado. La hipótesis de trabajo es que las formas de actuación de los indígenas: la resistencia, la adopción, la adaptación, han logrado consolidar una identidad considerada por ellos mismos como propia. Esa identidad se da por la relación que se manifiesta con el "otro", no por el aislamiento. No es que quieran quedarse en el pasado, viviendo en una época que ya no existe. No renuncian a los avances tecnológicos de la sociedad moderna; quieren producir con medios actuales, pero quieren ser "ellos mismos". Probablemente esto es lo que más irrita a los modernistas de todas las especies, el que haya pueblos que se resistan a dejar su propia forma de ser, que se nieguen a ponerle precio a su cultura. Por cierto, el resurgimiento de nuevas/antiguas identidades es un fenómeno más amplio que solamente las nuevas reivindicaciones de los pueblos indígenas. Evidentemente obedece a un proceso de cambios a escala global caracterizado por dos fenómenos: una tendencia a la homogeneización, que algunos llaman globalización, y otra tendencia a la fragmentación, que algunos llaman etnificación.